EL CARNAVAL DE LAXE Y DON CAYETANO

RECUPERACIÓN DE LA FIGURA DE

El año 2009 marca un hito importante en el carnaval laxense. Una gran fiesta colaborativa y participativa, es lo que se pretendió organizar y se llevó a cabo en el carnaval del 2009, gracias al trabajo colaborativo entre el Ayuntamiento de Laxe y diferentes asociaciones de nuestro municipio, entre las que tuvieron un peso relevante en aquel entonces:

·ANAPA Esprin
·Minusválidos O Peñón
·Maruxía
·Pena da Moa
·Tren da Unha
·Amigos de la Coral
·Hot Club
·Amas de Casa
·Valverde

Vecinos y vecinas de Laxe de todas las edades, disfrutaron del baile de este carnaval amenizado por una renovada "Charanga Carabullo", y los "Cen-Troles". Todo para festejar la llegada de Don Caietano.


ACTIVIDADES PROGRAMADAS EN EL 2019

Desdeel 2009, de manera participativa y colaborativa, se decidió que la celebración del carnaval en Laxe se concretaría en 2 DÍAS DE CELEBRACIÓN:

1º) Uno de Toma de posesión del Ayuntamiento por el Caietano y de celebración de Fiesta de Comparsas.

El pregón del carnaval, llevado a cabo por el Caietano, figura del Carnaval laxense recuperado de la celebración en nuestro ayuntamiento hace varias generaciones atrás, inauguró la fiesta, en la que no faltó:

· Pasacalles: a cargo de las charangas, asociaciones y disfraces, recorrieron las calles y plazas más importantes de Laxe.

· Baile: amenizado por la renovada Charanga Carabullo y los Cen-Troles.

· Juicio del Caietano: al final de la fiesta, el Caietano fue juzgado por sus excesos, en un juicio público en el que quedó condenado a quema.

2º) Uno de despedida del carnaval con el entierro simbólico y cómico del Caietano.
El sábado siguiente a la fiesta de comparsas, se celebró el entierro de Don Caietano, el velatorio, situado en la misma puerta del Ayuntamiento, fue seguido por el pasacalles de la comitiva fúnebre hasta la Plaza de Ramón Juega donde el Sr. Obispo Florentino, ofició una misa donde las viudas le dedicaron unas bonitas palabras, para después ser quemado en la playa, dando por finalizado el carnaval en nuestro ayuntamiento.


PERO... QUIEN ES EL CAIETANO?


Cuenta la leyenda, que un día soleado de finales del S.XIX, se esperaba en Laxe la algarabía con la que el domingo de carnaval engalanaba el espíritu.

Estaba la Plaza Ramón Juega repleta de marineros, carpinteros, taberneros, saladores, ganaderos, agricultores y demás gente del pueblo; que esperaba la llegada de los nobles con la comparsa, los cabezudos y sus fantasiosas atuendos.

Mientras, orejas, filloas y vino acompañaban las risas de mayores que observaban, no sin cierta envidia, la fantasía con la que los niños jugaban en la playa con aquellos cuatro remiendos con los que se creían feroces animales, dioses y extravagantes seres mágicos.

Una conocida y cantarina voz resonó por el túnel de la Casa del Arco, era Caietano, hombre cercano a los 40 años bien conocido en Laxe como un "alegre vividor", hijo bastardo del Conde de Altamira, que en una furtiva visita abandonó la nobleza engañado por la hermosura de una nueva hija de marineros, que desde entonces había sido mantenida con regarlos, que, de vez en cuando, llegaban con señalada discreción a su reconocida y consabida amante.

Por la Calle Real se escuchaba un apisonador retumbar, compás de la alegre y conocida melodía que algún pescador dió en acompañar. Todos se quedaban mirando y lo vieron llegar alegre de vino, y trayendo a rolos una barrica que venía frenándose por las tamborileras piernas del Caietano.

Con espíritu alegre dió en quedar con la barrica en medio de la plaza y ofrecer a todos vino de balde... entre la sorpresa y los vítores pronto se acercaron alegres hombres que levantaron aquella barrica de unos 220 litros a la que poco menos de 100 le quedaban, que pronto ofreció a todos, rasgando el barril con un cuchillo en el que podía interpretarse la cabeza de un negro lobo.

Puesta la barrica en pie, levantaron al Caietano encima de ella y en un escaso balbuceo de este, ya tenían el difusor puesto y llenaban vasos que entre sorbos iban arqueando las cejas de los hombres que nunca tan buen vino se habían llevado a la boca; y contentos, se  sentaron en la plaza, alrededor del Caietano que invitaba girándose en redondo a todas las mujeres a acompañar a los hombres en el disfrute de aquel vino, y lozanas estas, se arrojaron inmediatamento al lado de los hombres a escuchar en la compañía del mar y de las risotadas de los niños que estaban en la playa al Caietano, quejándose, encima de aquella barrica, de la esclavitud a que se sometía la gente por propia voluntad.

Rompiendo jerarquías, les hablaba de que debían recuperar la concepción del mundo, de abolir las reglas jerárquicas, de sentirse libres aunque sólo fuera por un día y disfrutar de los placeres de la vida ... ofrendar al mundo el hedonismo propio de aquel día y recuperar la consonancia biológica, cósmica y humana eliminando las ataduras sociales y la soga religiosa.

Vítores y aplausos fue la orquesta que recibió a la gente prudente, que aparecieron enmascarados y con relucientes trajes bendecidos por la censura de un cura que al llegar hizo callar la comparsa enrojecido de ira por los pitidos que aquellas heréticas palabras producían en sus oídos ... mas fue al cura a quien callaron y el hábito le quitaron para disfrazarse alguno de ellos de eclesiástico, lo que provocó la huida del cura y de algunos nobles y las risas de la gente y hasta de la familia Moscoso que se unió a la fiesta, pues aquella barrica de vino abrió los ojos a más de uno, y la alcurnia de los Moscoso por entonces estaba en decadencia, hasta decían algunos que la Casa del Arco tenían en venta.



El pueblo, ebrio de alegría, llevó en hombros al Caietano hasta la Casa Consistorial, donde no dudaron en entronalo Alcalde por absoluta mayoría e incluso las mujeres, poco acostumbradas al vino, quisieron que se aprobara su nombramiento como "César de la Villa de Laxe".
Sujeto el Caietano por dos hombres y subido a la balconada de la Casa Consistorial, informó que como nuevo Alcalde, decretaba que a su casa habían de ir 7 hombres, pues otras dos barricas se habían de traer!!!

No recuerda la Villa de Laxe fiesta como aquella, en la que los hombres se vistieron de mujeres, aquellas con las ropas de los hombres, ganaderos emfundados en la ropa de los nobles y los nobles aparentando agricultores ... todos cantaron, rieron y bebieron sin ningún tipo de malestar en toda la tarde.

Buena honra hicieron de los placeres de la vida en aquel día, quiero yo que los Dioses habrían de quedar contentos pues de allí a 9 meses muchos hijos nacieron y ninguno con su padre había parecido.


El cura y el fin de la fiesta.

Mas el fin de fiesta habría de despejar a más de uno de su ebria felicidad, pues entrada la noche, se presentó el cura, el verdadero, y con nuevo hábito. Venía colorado de ira y en compañía de aquellos estoicos que el placer rechazaban como un mal comportamiento que con la muerte y sangre habría de educarse ... mire usted que religiosos pensamientos.

Llegada la censura con el cura y la huída burguesía catalana que lo acompañaba, entre ellos el antiguo alcalde Domenche, no tuvieron grande resistencia en apresar al Caietano y entre relampagueantes latigazos, poner al orujo humano al lado de un improvisado juicio que en ese mismo momento, en la Plaza Ramón Juega se realizó.

Algunos quisieron protestar porque al santísimo Caietano se le había tratado como Alcalde que era, pues estaba firmado por el señor Moscoso su irrefutable título de César de la Villa de Laxe por inmensa mayoría.


De nada valieron las valientes evidencias que el pueblo refutaba, abogando contra la fiscalía su buen corazón y sus grandes intenciones tan poco comprendidas. Mas el fiscal, amparándose en la "justa ley" de reprender a los revolucionarios que habían querido encaminar a la gente a un disfrute contrario a los intereses capitalistas y peor aún, siendo en la figura de un alcalde, por lo que el pueblo fue mero espectador ante aquel injusto juicio que a muerte sentenció al Caietano...

Aquellas palabras, trajeron un "cantar miudiño, miudiño, miudiño..." que lastimero, no daba crédito y echaban la culpa al vino y no al bueno del pobrecito Caietano.

Nadie tenía fuerzas como para detener la muerte e incineración en la colindante playa donde antes jugueteaba la inocencia y fantasía de los pequeños.

Homenaje.

Desde entonces, y para honrar la memoria del ilustre Caietano, un hermano de Pondal que había sido buen amigo del muerto, propuso que este sería muy feliz en el cielo, donde sin duda debía de estar rigiendo un importante y juicioso cargo, si todos los años se celebrara el Carnaval en su honra.


Conocido su gusto por la fiesta, los placeres y las bromas, se decidió que aquel día, entrada la noche, se acabaría la fiesta del carnaval con la quema de un monicreque que lo representara, y que eternamente, llevaría las culpas de las ganas escondidas de disfrutar de los placeres de la vida sin regras ni jerarquías, por lo menos por un día, su día.


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